Nada de Carmen Laforet es, sin lugar a dudas, uno de mis libros favoritos. Una novela que me sigue sorprendiendo, que dice mucho en silencio, que muestra cómo la esperanza y la ilusión se topan muchas veces con la (des)esperanza y la (des)ilusión… Pero siempre hay una puerta que se abre, una escalera que se baja para comenzar una nueva etapa, un nuevo capítulo, una nueva historia.
Compré Nada en el FNAC de Callao, aprovechando un viaje fugaz a Madrid (por aquel entonces aún vivía en Málaga), un 29 de febrero de 2004, el mismo día que murió su autora, pero antes de conocer la noticia. Interpreté aquella casualidad como una señal (cosa que suelo hacer muy a menudo) y en esta ocasión no me equivoqué. Algunos años más tarde vendría a vivir a Madrid gracias a una beca de investigación del CSIC, para hacer una tesis doctoral dedicada a los premios literarios en España. El período que abarca mi trabajo arranca en el año 1944 -a propósito del primer Premio Nadal, que obtuvo Laforet por esta novela- y acaba en 2004. ¿Casualidades? Puede ser…
En esta novela confluyen muchas cosas que me apasionan: la historia cultural de la posguerra española, la narrativa contemporánea, los estudios de género, la mirada femenina de su autora, Barcelona, la Calle Aribau, la lectura…
Podría hablar durante horas de la novela y de su autora, pero lo dejo aquí… Prefiero que re-descubráis la prosa desnuda de Laforet, sus sueños frustrados y, sobre todo, la fe en la posibilidad de comenzar de nuevo…
Me ha gustado mucho releer la novela, gracias a tu recomendación en las clases del grupo B de la Universidad de Mayores y he disfrutado de nuevo por recordar lo que «casi» fueron mis tiempos de niñez. Si algo me extraña, a mi edad, es que los jóvenes de ahora, que no vivistéis esos tiempos dífíciles, pero que tienen un valor especial para nosotros, sepáis también entender y disfrutar con el realismo que ha sabido expresar tan bien Carmen Laforet en su novela. Un saludo y mi agradecimiento por tu gran vocación que sabes transmitir de manera muy amena.